sábado, 17 de febrero de 2007

CARPEZ... EN BOSTON

Piensa en una ciudad universitaria que conozcas: Santiago, Salamanca, Granada... ahora imagina esa ciudad con cien universidades y miles de facultades: eso es Boston. Es una ciudad que desprende una energía enorme. Esta viva, palpita, se nota que está habitada por estudiantes universitarios. Vayas donde vayas te encuentras gente joven paseando y luciendo la sudadera de su universidad. Eso me llamó bastante la atención, era lo más normal que se uniformaran de ese modo. Nadie les obliga, se sienten orgullosos de su universidad y lucen su nombre. A mi me parece un tanto clasista y aunque lo intente no me puedo imaginar queriéndome “uniformar”. Tuve la oportunidad de asistir al último partido de fútbol americano de Yale contra Harward. Son las dos universidades más importantes de EE.UU. y el campo estaba a rebosar. Las gradas gritaban enloquecidas a sus equipos mientras unas jovencísimas, y bastante patosas, animadoras, hacían piruetas y agitaban los pompones. Estados Unidos es así, lo vive todo a lo GRANDE. Ni en un BarÇa- Madrid habría tanto barullo. Al principio, a un pez extranjero como yo, le costaba seguir el juego, pero gracias a las escuetas explicaciones de algún autóctono me divertí muchísimo.
Después de tanto ejercicio nada mejor que ir a reponer fuerzas a un emblemático bar de la pantalla.


¿Lo recodáis? Cheers. Realmente parecía que en cualquier momento oiría un “Norrrrrm” y al girar la cabeza me lo encontraría!! Como colarse en la serie. Increíble. No tenía ni idea de que el auténtico Cheers estaba en Boston.
Una jarra de cerveza y unas picantes alitas de pollo estilo Búfalo y a caminar perdido entre la marea de la plaza del centro de Boston. Donde un grupo de chavales deleitaban a los transeúntes con un imposible breakdance que me enganchó enseguida. Un sitio amplio, una radio y ganas de animar a la gente y de paso sacarse algunos dólares. Yo como buen pez, prefiero nadar a bailar, pero se me iban las aletas al ver el ritmo de aquellos cinco chavales negros. ¡Que energía! Probablemente uno de los dólares mejor invertidos de todo el viaje.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Habrás ido tú a ningún Barcelona-Madrid para saber si hay o no tanto barullo...

ÉonoÉ dijo...

jajaja! Tienes razón, pero te aseguro que los españoles no somos tan ruidosos! Aquello era un escándalo y sin necesidad de bocinas!