sábado, 13 de enero de 2007

ODISEA EN EL CINE


Anoche fui al cine. En la cartelera no había una maravillosa oferta. Pero me apetecía ver “Babel”. Viernes noche, la cola en las taquillas era inquietante pero todavía tenía tiempo. Delante de mi sólo un par de chavales y llegaría mi turno. ¡Oh no, Horror! ¡Se ha atascado la impresora de entradas! El chico que las vende debe de ser novato, porque mira asustado a un lado y a otro en busca de ayuda. Pero sus “expertos” compañeros están demasiado atareados como para ayudarle. Me mira y me sonríe nervioso diciendo “un momento ahora le atiendo” pero no se lo cree ni él. Los minutos van pasando y las colas de los lados van progresando mientras yo sigo mirando incrédula al pobre chico que ya tiene gotas de sudor por la frente y ha decidido reiniciar a “Galgo” su avanzado y rápido ordenador. “Dos para Babel” oigo a mi izquierda “Sólo quedan plazas en la segunda o la última fila”, en la segunda, en la segunda, repito mentalmente como si tuviese poderes y sirviese de algo. Lógicamente compran en última fila mientras yo observo los avances de “Galgo”.

Por fin llega mi momento “Dos para Babel”, el chico me mira atemorizado, supongo que porque ya tengo los ojos inyectados en sangre y me informa de que sólo quedan entradas en segunda fila.

Llegado este momento, recapacitemos. Una persona normal ante una situación similar tira la toalla y decide que otro día verá la película. Pero el orgullo me pudo, llevaba 25 minutos esperando mis entradas y no saldría de allí sin ver una película. Así que que pedí entradas para “Maria Antonieta”, a pesar de que me habían dicho que era un bodrio, pero no había una buena ubicación, “El ilusionista” “La Caja de Kovak” ...tampoco. Así que harta de tanta tontería miro a mi sufrida acompañante y pido dos entradas para “Rocky Balboa”. Debería haber hecho una foto, las caras del taquillero y de mi amiga no tenían desperdicio. Con una sonrisa estúpida y triunfal salgo de la cola con mis flamantes entradas para el peliculón que me esperaba. Podéis ver el trailler aquí.

Y menudo peliculón. O menudo Silvester Stallone debería decir, más hinchado que nunca, casi desfigurado. Eso sí, el doblador el de siempre, pero con 17 años más. Algo he de agradecer al director y guionistas, que no nos enseñan su biceps venoso y a punto de reventar hasta el combate. He visto toda la saga de Rocky, y si alguien va a ver esta película esperando ver algo nuevo no lo encontrará. Más de lo mismo, más frases sesudas del tipo “los boxeadores boxean”.
La sala resultó que se reía ante ciertas escenas en principio románticas o dramáticas, pero no era para menos. El caso es que cabeceé un par de veces. Hasta que sonó el “Gonna fly now” y me despertó, incluso soporté el combate a pesar de todo.

Lo mejor de la película sin duda los créditos finales. Y lo digo sin ironía. La mítica canción de Rocky a todo volumen y un vídeo en el que distintas personas anónimas suben corriendo las escaleras del Museo de Arte de Filadelfia como Rocky en sus entrenamientos. Si, queridos lectores, en esta nueva y última entrega de Rocky también contamos con la escena de las escaleras.

Asi que esta mañana lo primero que he hecho ha sido añadir a mi lista de reproducción de mi MP3 el “Gonna fly now” para cuando me voy a hacer footing, propósito del año nuevo, porque es una canción con mucha fuerza y transmite superación.

Disfrutadla.



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