"He pasado demasiado tiempo observando mi reflejo en el espejo del pasado"- pensó Alicia cuando se le encogió el corazón.
Los años, traidores, le habían tratado mal. Momentos dulces, momentos agrios, desesperación y vergüenza se mezclaban al antojo en su cabeza oxidada por la culpa.
Pero él la querría, a pesar de todo.
Ella lo sabía. Corrió en su busca. Tal vez las sombríos prejuicios de los demás no apreciaran su carrera desesperada, no la respetaban, no la recordaban.
Pero él seguro que aún la querría, a pesar de todo.
El espacio se volvió confuso, el pasado volvió al presente, el tiempo se detuvo.
Él la abrazó con cariño y ternura, le removió la melena blanquecina y le susurró al oído.
Alicia cerró los ojos, notó como sus largos dedos le acariciaban los párpados, los labios el cuello...para abrirse paso por su entrepierna mientras le besaba todo el cuerpo. Besos suaves, casi imperceptibles, rozaron cada pliegue de su piel, cada lunar, cada cicatriz, cada sueño roto.
De nuevo le miró a los ojos y suspiró honda y profundamente, Alicia se estremeció de placer al sentirse de nuevo amada y perdió el control.
Unidos alzaron el vuelo, bailando al compás del latido de sus corazones. Dulce sensación de ser uno, de ser respirado por el otro. Un baile dibujado por las hojas del otoño recordando que hubo una primavera en la que eran felices. Rota de placer Alicia expiró su último aliento.
Los años, traidores, le habían tratado mal. Momentos dulces, momentos agrios, desesperación y vergüenza se mezclaban al antojo en su cabeza oxidada por la culpa.
Pero él la querría, a pesar de todo.
Ella lo sabía. Corrió en su busca. Tal vez las sombríos prejuicios de los demás no apreciaran su carrera desesperada, no la respetaban, no la recordaban.
Pero él seguro que aún la querría, a pesar de todo.
El espacio se volvió confuso, el pasado volvió al presente, el tiempo se detuvo.
Él la abrazó con cariño y ternura, le removió la melena blanquecina y le susurró al oído.
Alicia cerró los ojos, notó como sus largos dedos le acariciaban los párpados, los labios el cuello...para abrirse paso por su entrepierna mientras le besaba todo el cuerpo. Besos suaves, casi imperceptibles, rozaron cada pliegue de su piel, cada lunar, cada cicatriz, cada sueño roto.
De nuevo le miró a los ojos y suspiró honda y profundamente, Alicia se estremeció de placer al sentirse de nuevo amada y perdió el control.
Unidos alzaron el vuelo, bailando al compás del latido de sus corazones. Dulce sensación de ser uno, de ser respirado por el otro. Un baile dibujado por las hojas del otoño recordando que hubo una primavera en la que eran felices. Rota de placer Alicia expiró su último aliento.
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