Hemos comentado muchas veces la celeridad del mundo en el que vivimos. Perseguidos por el segundero, sin tiempo para detenernos a observar el mundo, simplemente correr persiguiendo la rapidez, la inmediatez, todo para ya y para ahora mismo. Un mundo nuevo en el que el tiempo es vital pero no se disfruta lo suficiente.
Un mundo en el que nos agobiamos porque el imbécil del jefe nos agobia o ha tomado una decisión estúpida que afecta a nuestro trabajo. Agobiados porque saldremos hoy más tarde o porque todavía no hemos reservado las vacaciones. Y derrepente, aparece ante nosotros una idea, un texto, unas palabras , un sentimiento, un recuerdo añejo... y revivimos los momentos en los que disfrutábamos cada segundo con toda la intensidad y tomamos conciencia de lo insignificantes que son los problemas que esta mañana nos estropeaban el día y decidimos disfrutarlo.
En 1990 el Voyayer 2 antes de morir calcinado se giró para hacer una foto de la Tierra a 6000 millones de kilómetros, la foto más lejana que tenemos de nuestro planeta. Un simple puntito azul en la inmensidad, un trocito minúsculo del cosmos. El astrónomo Carl Sagan se inspiró en esta foto para hacer una reflexión acerca de nuestro "gran" mundo. Disfrutadla, no tiene desperdicio.
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