jueves, 10 de abril de 2008

DE UNICORNIOS Y PEGASOS

Parecía un partido de baloncesto normal entre amiguetes, aunque rozaba por completo la irrealidad; dos equipos formados por personas de tiempos y espacios diferentes, un balón pinchado que no había forma de votar y unas reglas absurdas e incomprensibles. Todo en el campo del patio de mi colegio de la infancia. El partido transcurría cuando sonó el timbre del recreo y del edificio de párvulos salieron todo tipo de personajes. Enanos, duendes de alargadas orejas, hadas, unicornios, pegasos... gigantes y minúsculos pero con algo en común, vestidos de blanco inmaculado. Investigando me colé en el edificio y descubrí un mundo mágico e inolvidable. Una montaña coronada por un lago transparente con azúcar en las orillas a modo de playa, una gran roca llena de agujeros inquietantes, altos nogales y un millón de flores de trébol. Empezaba a nevar y ella me dijo que todas las criaturas se habían ido a un lugar más protegido porque comenzaba el invierno y que iban de blanco porque habían cosido sus ropas con cada instante de felicidad vivido en la ciudad de la luz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

joerrrrrrrr,joerrrrrrrrrrrr alfinal voy a probar el poleo menta."pa ver los unicornios" es que mehace ilu velos.un bsssssssss