Hace unos meses mis amigas algunas sin conocerse en persona, se organizaron, se pusieron de acuerdo para regalarme un fin de semana en su compañía inolvidable y único. La emoción no tiene palabras, cada minuto con ellas dejaba entrever el esfuerzo que hicieron pensando en mí. Unidas me "pintaron un cuadro en porciones" , cada una reflejó su manera de ver y sentir los colores del original, impregnando de algún modo también su personalidad. El resultado como podéis ver es un Grito de Munch que está espectacularmente vivo, alegre, se aleja de la angustia y el malestar. Mi cuadro grita de emoción, de alegría contenida, de ganas de compartir con el mundo esa felicidad que le embriaga. Y lo cierto es que viéndolo a una se le contagia también esa sensación. Hay regalos que no se pueden comprar ni vender; que representan momentos irrepetibles; tengo un cuadro único y maravilloso decorando mi pared y mis días. ¿Es o no es una razón genial para gritar de agradecimiento a mis amigas?
Aprovecho que tengo el día con sentimiento artístico para dejaros esta joyita que me he encontrado por internet.
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