viernes, 22 de mayo de 2009

AVANZANDO...

Los minutos mueren y tras su cadáver quedan llantos y aprendizajes dolorosos que nos ayudan a avanzar.




















Hace más de cinco años me dejé caer por aquella palería con toda la ilusión cargada en aquel diskette con mi currículum:

- "¿Cuanto cuestan 5 impresiones a color, por favor?"- le dije con la sonrisa más ingenua y agradable que he tenido nunca y rascándome el bolsillo con los dedos cruzados para que el presupuesto no fuera superior a mis mediocres monedas. Pero la suerte no estaba de mi lado y regresé a casa para eliminar colores de la segunda página, sería más económico y podría "conseguir mi sueño".

Regresé a los diez minutos a aquella imprenta de poca monta, le pedí las copias y me cobró como si fuesen todas a color. Protesté con un hilillo de voz, no había marcha atrás y aquella señora con cara de pocos amigos era inflexible:

-"Ya sé que la segunda hoja no tiene color pero no serás tan cutre de entregarlo a otra calidad y con un tipo de papel diferente"- me espetó chirriante dándome con sus palabras un tremendo bofetón en la cara. Puse la otra mejilla como buena chica, pagué cada céntimo y me fui por la calle adelante con más ganas llorar que de comerme el mundo. Y lloré, lo lloré todo: por mí, por la incertidumbre de mi futuro, porque me había gastado el mísero presupuesto de una semana en cinco currículos... Lloré porque todos los que había repartido hasta ese momento no habían servido para nada. Y lloré por culpa de esa señora desagradable que me trató mal, me hizo sentir una mayúscula MIERDA. Lloré por su mirada de menosprecio al leerme el currículum de reojo, como diciendo "donde pensará que va este estúpida con estas líneas mal redactadas".


La vida me puso en la misma papelería el otro día. No me había dado cuenta hasta que me encontré de nuevo con el rostro ácido y carcomido por los años y el mal humor de la misma señora. Encuaderné mis hojas y salí de allí con la cabeza bien alta. No he conseguido todas mis metas, ni mucho menos, pero he avanzado mucho desde la última vez que la vi, y ella sigue siendo una persona gris y triste. Egoístamente no pude evita el asomo de una sonrisa. Avanzando, avanzando...

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