En realidad no eran tan viejas, llevaban conmigo cuatro años, puede incluso que menos, pero me han acompañado practicamente cada día. Con ellas he recorrido medio mundo, he bailado, he corrido, he paseado, he saltado de alegría e incluso he pataleado.
Mis zapatillas favoritas han tenido una vida muy intensa, quizás fui demasiado exigente con ellas y se fueron desgastando en silencio, cada vez más ligeras, la suela... a penas un suspiro. Y yo sin percatarme... hasta el miércoles pasado.
El miércoles llovió en Madrid, la calle estaba llena de charcos y yo caminaba subida en mi viejo par de zapatillas. Un charco se interpuso en nuestro camino y el despiste evitó que lográsemos esquivarlo. Mis pies se mojaron porque en la suela tenía más de una cicatriz irreparable que desconocía. El caso es que todo el miércoles trabajé con la humedad calándome poco a poco. ¿Resultado? Un gripazo de los grandes y dos días sin poder trabajar. Mis viejas zapatillas favoritas se han ido a la basura sin mayor ceremonia ni luto. Pero no me entristece porque sé que les he dado una vida llena de color. D.E.P.
Feliz lunes
2 comentarios:
ES UNA LASTIMA LO DE TUS ZAPATILLAS,LA VERDAD ESQUE HAY CIERTAS COSAS(PRENDAS,ROPA,LO KE SEA)QUE SE LE COJE CARIÑO Y CUESTA UN MONTON DESPRENDERSE DE ELLAS,TENGO POR AHI CIERTAS COSAS QUE NO ME DESPRENDO DE ELLAS NI PA TRAS,YA HAN PASADO DOS O TRES LIMPIEZAS,Y LO KE ME JODE ESQUE LUEGO NO LAS UTILIZO,EN FIN LO SIENTO POR TUS YUMAS.POR CIERTO LO DE LA GRIPE NO HABRA SIDO POR DORMIR CON EL CULO AL AIRE?
Jajajaaja Duermo con pijama!Soy una sentimental!;)
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