lunes, 24 de marzo de 2008

CARPEZ... EN CÓRDOBA

Vuelta al mundo real después de cuatro días de desconexión total. Es duro retomar la rutina y más con un constipado que lleva desde el atasco de ayer llamando a la puerta. Pero intentemos tomarlo con filosofía.
En esta escapada me he perdido por tierras antaño morunas donde se respiraba un especial encanto en cada arco, en cada piedra, en cada callejón... Córdoba.
Córdoba te hipnotiza, se te agarra por dentro y no te deja olvidarla. Pequeña y manejable, cada rincón te susurra al oído años de cultura árabe.
Uno de los mejores momentos sin duda resultó descubrir la mezquita-catedral por dentro. Una sala de columnas que parecen gritar que rindas respeto a un lugar mágico. Se te eriza la piel al ser capaz de imaginar hace 1200 años a cientos de personas rezando en aquel lugar. Hoy convertida en catedral que ha "respetado" al menos parte del candor original. Imposible explicar con palabras la sensación al encontrarme allí.
Relax en los baños árabes, masaje con aceite de romero... un té verde con hierbabuena en un patio singular. Rodeada de turistas pero con un sabor muy auténtico y amenizado con una danza del vientre. Contrastaba al instante con la procesión del Cristo que nos encontramos a la salida. En realidad Córdoba es un contraste continuo porque tan pronto te arranca del presente para transportarte a otro tiempo como de sopetón te devuelve a la realidad.
Como a la realidad me ha devuelto a mi esta mañana el despertador, sonido que creía olvidado, recordándome que debía venir a trabajar. En fin... feliz lunes de regreso.

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